lunes, 8 de julio de 2013

MI YO BIPOLAR




[Solo para quienes leyeron la memoria anterior: “Quince minutos de fama”]

Gracias a la colaboración de muchos lectores al difundir la memoria pasada, fue que por fin conocí a “la chica BCP”. Quedamos en salir el fin de semana y encontrarnos a las 10 de la noche en “Huaringas Bar”. Lo que era yo, estuve plantado desde las nueve ahí, posiblemente para tantear el terreno de batalla o para familiarizarme aun más con ese lugar que tantas veces me ha visto salir agarrándome de las paredes.

Quizás a más de uno le ha sucedió exactamente lo mismo que a mí, estas a punto de encontrarte con una linda chica en un bar y de repente, eres preso de una súbita mezcla entre pánico y pudor. Lo que normalmente se hace es respirar hondo y relajarte para que tus miedos no te traicionen  a la hora de iniciar  el cortejo no oficial, pero no todos tenemos esa soltura que gozan algunos individuos como Neill Strauss (un seductor profesionalmente hablando). Muchos como yo – soy honesto al decirlo - nos volvemos torpes, nos sudan las manos, nos da una suerte de Parkinson y balbuceamos al momento de hablar, a veces – en plan de computarnos cómicos profesionales – soltamos un chiste que termina dando más lástima que gracia.

Sin una dosis fuerte de desahuevina, podríamos poner en riesgo toda la operación de conquista que intentamos interpretar.  Y es que, no todos poseemos el don de galantería y la seducción, nadie es Don Juan de Marco a los 12 años, nadie nace siendo un conquistador, así que, este negocio - como cualquier otro - se aprende en la cancha. No hay más.

Sin embargo, por más perceptivo que uno sea, observando no se consigue nada. El momento cumbre, donde se define la posibilidad de un chance o no, es a la hora de conversar. El lenguaje, el floro, el chamuyo o el palabreo, viene a ser como un rifle de largo alcance. Es decir, si no tienes la pinta de Brad Pitt, ni te mueves como Meet Jagger, entonces la única salida que te queda es la conversación. Es ahí, donde se reconoce a los maestros de maestros, al verdadero tigre del floro, al Alex Hitch en versión peruana. Ya que sin dudarlo, si sueltas en cada cierto momento una que otra frase inteligente, elocuente y divertida, no dudes que tendrás al auditorio justo donde querías. Atentos.

Pero, para no desviarnos de la idea principal, al encontrarme en ese predicamento de pánico y sudoración, no existe mejor (o peor) manera que llamar a tus consejeros personales. No me refiero que exista un asesor telefónico al cual llamas para que te brinde ciertos consejos seductores para facilitar el abordaje (bueno fuera), más bien, de lo que estoy hablando, es que interpelas a los personajes que habitan en todo ser humano. El ángel y el demonio que conviven en lo profundo de tu ser.

Lo que intento explicar, es que todo individuo, tiene sub personalidades o “yoes”. Solemos creer que somos seres congruentes e integrados con una identidad única. Sin embargo, al igual que el cuerpo físico está conformado por órganos y sistemas, la psique está conformada por la multiplicidad. Para explicarlo en buen cristiano, en nuestro interior habita una comunidad multifacética. Nuestros distintos yoes son relativamente independientes y autónomos, cada uno tiene sus propias necesidades, impulsos, deseos y opiniones.

Así que, siguiendo con la ilación de la historia, recuerdo que esa noche, sentado en la barra del Huaringas, esperaba que llegara la susodicha (digámosle “J”), mientras le daba cuentas al último sorbo de caipiriña que había iniciado a tomar minutos antes.

Ya eran las diez con cinco minutos de la noche, estaba más nervioso e impaciente que de costumbre. Mi mente estaba enfocada en el vaso de Caipiriña que estaba por acabarse  y de pronto mi imaginación comenzó a volar y al lado derecho de mi hombro apareció la forma en miniatura de mi persona, vestido con un traje rojo, un trinche en su mano derecha, una cola que terminaba en punta de flecha y un par de cachos que combinaban muy bien con esa mirada lúgubre y maliciosa. Por el otro lado, en el hombro izquierdo, una figura iluminada tomo mi forma, con un traje blanco parecido al de los que se usan en fiestas de Luau, un par de alas angelicales y una  aureola o nimbo que flotaba por encima de su cabeza dándole un aspecto celestial y santurrón. 

-De pronto el diablito que me habita inicio el debate: “¡¡¡Puta, huevón!!! Creo que ya te plantó, yo que tú, mejor me quito de ahí sin hacer paltas y aprovechando que la noche aun es joven, busca una segunda opción en tu agenda telefónica, sino vas a quedar como tarado chupando solo”.

- En ese momento el serafín celestial que muy en el fondo soy, hablo calmándome: “Paciencia Alan, recuerda que las mujeres siempre demoran un poco, quizá hay mucho tráfico y fácil por eso está demorando. Va a llegar, solo ten fe brother”.

- De pronto contra atacó el ser negativo que también soy: “Mira cuñao, las mujeres cuando se demoran tanto es porque todavía están planeando con alguien más, fácil tú eres su segunda o tercera opción y fácil aun está planeando con su primera opción a ver si le atraca y FÁCIL ya le atracó, así que te va a mandar un mensaje disculpándose que no va a llegar porque le salió un imprevisto. FLORO”.

- Mi ángel guardián atento a la jugada, defendió su posición: “No hagas caso de lo que dice él, esta chica solo es un poco impuntual, además si no quisiera verte, no hubiera insistido tanto para encontrarse y tomar algo. ¿Ves? Mira, ya llegó” señalándome en ese momento  la llegada de la espectacular “J”.

Al verla entrar al local, palidecí, el ruidoso y magnífico espectáculo de su belleza me ponía en serios aprietos. Esa noche, “J”  estaba más espectacular y animada que nunca. Con una voz suave y sensual, me preguntó que trago sería oportuno para iniciar la noche, y yo, tras meditarlo por breves segundos, advierto que debería empezar con una margarita.

Sentados uno frente al otro, la charla fluía con asombrosa naturalidad, era evidente, había onda, química, feelback. Toda la gente alrededor giraba como una espiral de rostros difuminados. Las horas transcurrían, y cada minuto más que conversaba con “J”, encontraba que esta chica es - además  de bonita, graciosa y divertida -  una mujer con la que valdría la pena pasar todo un día conversando (y no solamente conversando). Pienso en eso y siento que sería un verdadero tarugo sino intento por lo menos robarle un beso.

Como si el destino estuviera a mi favor, ella comienza a preguntarme cosas más personales: “si tengo novia”, “cuál es mi tipo de mujer”, “si me gustan, altas, chatas, flacas, gordas, llenitas, etc.”  y para rematarlo me pidió que le sugiriera otro coctel para seguir la animosa noche.

Es en ese instante – tal como me había ocurrido antes y me ocurriría después – mi mente se desdobló y de lo más profundo de mí ser, salieron a relucir otra vez los dos importantes personajes que me habitan: mi Yo satírico y punzante, contra mi Yo santurrón y pavo.

- Con trinche en mano atacó mi Yo demonio: “No seas baboso, de una vez pídele al bartender que le traiga un kamikaze bien concentrado, así la chiquilla no podrá discernir el momento en que te lances sobre ella”.

- En eso, contra atacó el Alan versión inocente: “Tú eres un caballero Alan, esta pobre muchacha ya tomó suficiente, pídele un vaso con agua y como buen parroquiano que eres, llévala a su casa”.

- Sin previo aviso, resucitó el ser lujurioso que también soy: “Caballero mis pelotas, tú no la estás forzando a que siga tomando, es ella solita la que quiere seguir con esta chingana, además si quieres llevarla a algún lado, antes que su casa mejor llévala a un telo”.

- De repente, mi ángel de la guarda, siempre acertadísimo, me agarró el sentimiento: “Alan, hermano, no escuches a esa alma descarriada que solo quiere que te aproveches de esta pobre joven, recuerda que no te gustaría que hagan lo mismo con tu hermana ni con tu hija”.

- Sin opción a meditarlo, el diablo que me habita, dispuesto a dar batalla, manifestó lo siguiente: “Que hermana ni que hija, esas son cojudeces, tú no tienes hermanas ni mucho menos hijas, así que los que tienen que se jodan, no es tu problema, además, esa chica, está igual de caliente que tú, tienes una oportunidad con una chica linda. Tómala”.

Sin saber qué hacer, opté por una salida más neutral, llame al mozo y lo conmine a que sugiriera un nuevo coctel para mi delicada y sensual “J”. Grande fue mi sorpresa al saber que aquel galifardo más que ayudarme, dificultó las cosas al anunciar que ya estaban cerrando.

Lamentablemente, había llegado el momento de la despedida, intercambiamos correos, teléfonos y facebook. La que pudo ser una alocada noche de copas, terminó en una conversa muy amena y divertida.

Sentí un poco de pena no poder intentar un acercamiento más directo (chape), pero cavilé la opción de poder acordar una segunda cita.

Pare un taxi, la llevé a su casa, y justo en el momento que el auto se detiene para que ella baje del carro, la radio del taxi que sonaba en “Z rock and pop”, pegó la canción Take a picture de  filter que sumergió el ambiente en un romántico momento Kodak, y al mismo estilo de las películas feeling de HBO, “J” se acercó a mí y me estampo un dulce beso  de cinco segundos en la mejilla (un tiempo inusual, para un inocente beso de despedida), deslizándose suavemente a mi oreja para susurrarme una frase que aun no he podido olvidar: “gracias, la pasé delicioso contigo”.

Está de más decir que luego que cerró la puerta del taxi para entrar a su casa, yo ya me encontraba en un agitado estado de locura sentimental.  Claro que un taxi cochambroso no es un buen lugar para brincar y gritar de alegría, pero igual no podía evitar sacarme la sonrisa de la cara, quizás fue por mi evidente estado de ánimo, que el taxista bigotón de unos 45 años no se contuvo  y prosiguió a decirme: “buena  flaco, creo que ya la hiciste”

He quedado en salir la otra semana con “J”, y la verdad que estoy emocionado, no sé si en realidad este fantaseando como muchas veces, pero si en el peor de los casos no volviera a existir la química, prometo no decepcionarme y contar el desenlace en el siguiente post.


Edición y fotografía: Dessiree Ramos Angeles (La ocupada y ahora Renacentista Dessita, que ya se va por su segunda carrera profesional)


 
[Les dejo este video de la canción Take a picture de Filter que sonó en el preciso momento de la despedida, parecía una escena dirigida  y producida por Oswaldo Cattone. Un temon]