A estas alturas de mi vida,
reconocer que yo también he soltado de vez en cuando un par de mentiras, es
algo que no me molesta. Todos, absolutamente todos los seres humanos hemos
dicho alguna mentira para solucionar un imprevisto, un pequeño problema o
convencer a alguien de hacer algo.
Para esto, el ingenio del ser
humano ha creado un catálogo de mentiras perfectas para salir delicadamente de
cualquier aprieto. Es por esto mismo que he percibido que existen varios tipos
de mentiras. Hay mentiras verdaderas, mentiras creíbles, mentiras piadosas y
hay una clase en especial a la que llamo “mentiras estúpidas”.
Desde niños solemos mentir con
frecuencia para salir de algún problema temporal, la mayoría de veces son
mentiras amateurs dignas de todo infante, como por ejemplo: “Se cayó solo y se
rompió”, “ya estaba así cuando yo vine” o la grandilocuente “mamá yo no fui,
fue el perro”.
Llega la época escolar y las
mentiras van en subida, los púberes y adolescentes por lo general son más
descarados al mentir, lo digo así, porque normalmente no se dan cuenta que al
decir una mentira cometen el error de delatarse al minuto siguiente.
Quizás a más de uno le ha pasado
exactamente lo mismo, estás en una fiesta y sacas a bailar a una chiquilla, y ella
en lugar de ser franca y reconocer que no le gustas (y corresponder así el
gesto sincero y transparente de haberla elegido como pareja momentánea), busca
un pretexto para decirte que no, apelando de esta manera a las mentiras del
tipo: “es que estoy cansada”, “es que estoy con enamorado”, o la peor “es que
estoy con mi amiga”, ¡Ja!. Claro que sacrificadas que son. Pero basta que las
invite a bailar un tipo guapo y grandote y ellas acceden y les importa un bledo
dejar a la amiga parada durante cuatro horas. Y lo más trágico es que lo hacen
en tu cara, un segundo después de haberse negado a bailar contigo.
Pero no solo en las fiestas
ocurren las mentiras, también suceden dentro del colegio. Quien no ha usado la
mentira más popular al comenzar las clases: “Este año sí me pongo a estudiar”,
o sea todo bien con que te proyectes metas y quieras salir invicto ese año,
pero la verdad de la milanesa es que en el fondo sabes que no lo vas hacer,
cometerás toditas tus patinadas una por una, tu propia naturaleza te lo
demandará y faltando solo un bimestre para que acabe el año, recién te pondrás las
pilas.
Llega la etapa de la universidad
y alcanzas un nivel de mentira inimaginable, y lo digo así porque en esta
etapa, las relaciones sentimentales, amicales, laborales y académicas vienen
con mayor fuerza. La primera mentira que surge y aflora de los labios
universitarios es la siguiente: “Yo nunca digo mentiras”. ¡Por Dios! Éste es el floro más antiguo y la mentira más
ruin y tonta que alguien haya podido decir, claro que hay personas que llegan a
un grado de mentira que no solo la dicen sino que también arman toda una
escenografía a su alrededor para conservar la mentira, y lo peor es que viven
esa mentira y la creen.
Mentimos impúdica y descaradamente,
si estamos llegando tarde al trabajo, mentimos: “hubo mucho tráfico”, “justo me
agarró la manifestación de huelguistas por la avenida”, “tuve un percance
familiar”, “la combi en la que iba, chocó” o la seca y popular “ya estoy
llegando ya”. Mentimos para faltar: “estoy enfermo”, “tengo cita en la
clínica”, “me agarró el paro de transportistas” o la extrema y cruel “falleció
mi abuelita”, no sé cuantas abuelitas tenemos, pero siempre las paramos
matando. La verdad de todo esto, es que fingimos y expresamos sentimientos que
no existen, en vez de decir “me quedé dormido”, “me demoré en bañarme”, “Ayer
la hice hasta tarde con mi pata” o “estoy de boleto”, simplificamos nuestros
errores con mentiras, piadosas o estúpidas, para evitarnos así todo el
repertorio de quejas y llamadas de atención.
Otro tipo de excusa para mentir
es en un bar, estas con tu enamorada y ella quiere irse porque está aburrida,
lo primero que se dice en esos casos es: “amor, solo una más y nos vamos”,” después
de esto nunca más vuelvo a tomar” o la más fría “ya la última”. Claro que es la
última, pero última que tu invitas, ya que tus demás amigos también saldrán con
el mismo floro diciendo que es la última y así hasta que el último de tus
amigos ponga “la última” sonaran las 4 de la mañana, ebrios y sin plata.
Mentimos en la calle, mentimos en
la casa y mentimos dentro de una relación. Cuando están a punto de descubrirte
cualquier infidelidad, también recurrimos a las frases célebres y engaña
tontos: “gordito, no había señal por aquí”, “amor, nunca me llegó tu mensaje”,
“amor, no puedo hablar, estoy en la biblioteca”, “flaca, luego te llamo, estoy
en reunión” y sin dudar la frase más descarada de todas “amor, te juro que ella
es mi prima”.
En una disco mentimos para conseguir
y obtener lo que sea: “hola, tu cara se me hace conocida ¿no eres la hermana de
Diego?”, “flaca solo es un trago no más”, “oye si quieres pasamos primero por
mi casa para invitarte un café y así se
te pase la borrachera” o la más descarada “si quieres vamos a un telo a descansar, no te preocupes no va
a pasar nada”.
Lo gracioso de todo esto, es que
una vez obtenido el acercamiento directo, en vez de continuar el flirteo
ocasional de la manera más sincera y franca, seguimos recurriendo a mentiras del
tipo: “ya pues, solo un ratito no más”, “Te juro que no te va a doler” y el
floro mas antiguo de todos “la cabecita no más”.
Ojo señores, que no solo los
hombres mentimos en ese aspecto. También
en el sexo las mujeres tienen en la mentira un arma de largo alcance. Ellas
pueden falsear un orgasmo y hacernos creer que somos unos papis machazos. Los
hombres, en cambio, no podemos: la eyaculación es el rastro, la prueba inapelable
del placer obtenido (eso explicaría por qué algunos hombres, después de terminar
una relación sexual – asaltados por la tormentosa duda de un posible orgasmo
fingido – hacen bochornosas preguntas como ¿llegaste?, ¿te gustó? o ¿qué tal
estuve?).
Pero no solo es mentirnos en el
sexo, sino también después de él. Muchas mujeres en plan de mojigatas
puritanas, suelen bombardearnos con excusas del tipo: “¡Ay! no se qué vas a
pensar de mi”, “yo no acostumbro hacer esto”, “es la primera vez que me pasa”,
“lo que pasa es que tu causas un efecto raro en mi”, “debes entender que esto
uno no lo hace con cualquiera”. ¡Ja! purita demagogia y falsedad.
Podemos mentir en todos esos
aspectos, pero lo que sí me parece cruel e insensible es mentir para terminar
una relación. Sé que a todo el mundo le cuesta trabajo concluir una relación y
para evitar dar la estocada final que destruya nuestro corazón, solemos
recurrir a las mentiras más absurdas e increíbles: “el problema no eres tú, soy
yo”, esta por ejemplo me parece la excusa más absurda del planeta, una porque
ya esta gastada y dos porque parece la frase de un empleador que se excusa de
contratarte porque estás “sobre calificado” para el puesto.
Pero hay algunas que son muy
melodramáticas y para ello te preparan, para que recibas la mentira más
mentecata de todas: “nunca nadie me hizo reír como tú, sabes que eres un chico
especial, pero creo que necesitamos un tiempo”,
lo peor es que nunca precisan cuanto. Claro, lo que no te dicen es que
conocieron a otro pata que les movió el piso y están intentando averiguar si
hay futuro con ese sujeto o no.
Creo que de todas las mentiras y
frases con repertorios bien preparados, me quedo con mi favorita: “¿Acaso crees
que es fácil para mí? Es probable que tú encuentres a otra, en cambio yo
siempre me quedaré con la duda de si tomé la mejor decisión. Además esto lo
hago por los dos. Si realmente me amaras como dices, entenderías mi decisión,
me apoyarías y me dejarías ir. ¿O es que realmente no me amas?”
Edición y Fotografía: Dessiree Ramos Angeles (la inmaculada y explotada
Dessita)
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Muy buena Alancito, sinceramente utilize mas de unas de las mentiras que mencionas
ResponderEliminarmuy sincera al decirlo, gracias por comentar
Eliminarjajajajaja... yo tambien mate a mis abuelitas mas de una vez, huy eso sono muy cruel
ResponderEliminarjaja.. te sorprenderia saber que tantas veces pasa a menudo. Saludos
EliminarAlan Cris, tienes razon en decir que "todos mentimos", el que diga que no, es porque es el mas mentiroso jajaja
ResponderEliminartu lo has dicho Cecilita, tu lo has dicho.
Eliminarjajaja... pues toda la razon Alan... pero yo si soy franca cuando llego tarde al trabajo...hasta mi jefa me dice: y todavia me lo dices toda fresca?.. a lo que yo respondo: quiere que le mienta?... jajaja
ResponderEliminarEsa es una respuesta sincera mi querida Anonima, Saludos.
Eliminarjajajajjaajjajajjajaa ! eres recooontra mentiroso ya te vendiste!
ResponderEliminarJAMAS!!!!!
EliminarJajajaja....¡Genial! Me encantó... y no miento, de verdad, jajaja.
ResponderEliminarMira, defiendo la mentira porque la pobre siempre es la mala de la película...Pues ni la verdad es tan maravillosa, ni la metira tan terrible. Eso sí, lo que no soporto son los "malos metirosos", aquéllos a los que se les nota enseguida que no están diciendo la verdad...Si mientes, ¡hazlo bien, por favor!
Un saludo!
jajaja... muy sinceras tu palabras Mercedes. Entonces lo que te molesta es que mientan mal, es un buen indicador. Saludos hasta España, un abrazo mi estimada. Que vivan los Mitomanos
EliminarLa mentira es inevitable, aunque tienen razón, aquél que miente mal mejor que evite hacerlo... ah! Pero aquél a quien se le reconoce una mentira aunque sea nivel master... ese es caso perdido jajajajaja no es asi?. Besotes ratita.
ResponderEliminargracias por tu comentario chica Anónima, entonces también concuerdas con mi querida amiga Mercedes. Si vas que mentir, hay que mentir bien. Parece que los mentirosos lideran la tabla. Saludos. AC
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