martes, 10 de septiembre de 2013

PORQUE NADIE TIENE BANDERA (FINAL)


 

 [Solo para quienes leyeron la memoria anterior: Porque nadie tiene bandera]

 
Está bien, lo admito, intenté publicar el viernes, antes de empezar el partido Perú- Uruguay, pero como la mayoría de peruanos, yo también fui víctima de aquel festival futbolístico que nos convierte a todos en energúmenos durante los noventa minutos y peor aún, si somos testigos de un partido de proporciones catastróficas como el que vivimos el viernes. Pero ya, bueno, comenzaré a contar el final de esta historia, final que dicho sea de paso, solo uno de ustedes adivinó en los comentarios del facebook.

Como había señalado, cuando salí del baño del bar, “E” me estaba esperando a un lado de la barra con su sobretodo en la mano izquierda y un vaso de maracuyá sour en la derecha. Realmente no me encontraba en total posesión de mis facultades racionales, había bebido más de lo permitido y aquella disputa emocional entre mi lado diablo y mi lado angelical, me había dejado más confundido que los hijos de Ricky Martin en el día de las madres.

Mientras estaba parado en la barra examinando de arriba abajo la figura de “E”, la conciencia me carcomía por dentro, sentía que estaba cometiendo un sacrilegio por pegarle esa mirada lasciva que por dentro se agazapaba.

La música de fondo (carita de pasaporte de Alexander Abreu) sumergió el ambiente en un espectacular momento Kodak, inconscientemente mi lado hormonal tomaba posesión de mis acciones y emociones.

Intercambiamos un par de sonrisas, una que otra mirada y quizás por ahí hasta un guiño medio coquetón.

En uno de los tantos giros que el baile había ocasionado, “E” quedó muy cerca mío, nuestros rostros se quedaron efectivamente a pocos milímetros uno del otro. La miré a los ojos para certificar que hubiera agua en la piscina y pude ver como entre abrió los labios y cerró los ojos.


En ese preciso momento, mi mente se desdobló en dos, y al mismo estilo que el profesor Charles Xavier en la película X-men, el tiempo se paralizó, congelando por unos breves segundos todo a mi alrededor. Para sorpresa mía, mis consejeros personales volvieron aparecer en escena, el Alan diablo y el Alan Angelical.

- No te acerques más a esta pobre parroquiana Alan, vade retro Satanás, piensa en tu amigo, tu chochera, tu hermano del alma. Afirmó mi lado angelical, dispuesto a evitar que caiga en tentación.

- Vamos, ya, ahora, aprovecha que tienes esta oportunidad y dale un beso de lengüita, no le hagas caso a ese sonso con hábito de monja y alas de pollo. Piensa que esta chica también quiere lo mismo. Atacó mi lado infernal, hincándome con su trinche para avivar la lujuria.

Confundido como estaba, decidí atropellar mi lado ético y de buenas costumbres, estaba dispuesto a cometer el perjurio, aunque eso me carcomiera la conciencia el resto de mi vida. Total, si bien su ex era mi amigo, pero ya no era mi chochera del alma.

Lamentablemente el Alan versión diablo le había dado una paliza al Alan versión santurrón, a pesar de que tuvo buenas ideas, mi lado sátiro había trapeado el piso con mi pujante pero debilucho lado inocentón. Así que estaba dispuesto a estamparle un beso a mitad de la cara, ya estaba decidido, nada ni nadie me lo iba a impedir, ni la lealtad, ni la culpa, ni el remordimiento, ni ningún otro escrúpulo de último minuto, este era un trabajo sucio y la verdad que yo me moría por hacerlo.

Como ya me había tragado el sapo de la culpa, me acerque para darle el beso que tanto me había cuestionado, pero claro, uno nunca sabe lo que pasa por la cabeza de las mujeres. Lo digo de esta manera porque cuando estuve a punto de tocar sus labios, ella retrocedió su cara, alejándose intempestivamente, pegándome una mirada como quien decir ¿Qué crees que estás haciendo?

Es horrible cuando intentas dar un beso y eres choteado en el acto, todas las revoluciones adrenalinitas que tuviste en ese momento, se bajan a cero, pierdes las ganas, te desalientas a ti mismo y lo primero que piensas es en huir de inmediato.

Por un instante pensé, que mi querida y curvilínea amiga era una chica más de la sub clase de “chicas termo”. Pero, tras meditarlo por breves segundos caí en cuenta que quizás – una vez más – interpreté mal las cosas, que mientras ella me veía con ojos de amigo, de compañero buena gente y de brother de su ex, yo alucinaba – como tantas veces – que estaba en un proceso de selección del cual había salido airoso y que por esa misma razón, merecía ser recompensado con un chape.

Desmoralizado como estaba, decidí llevarla a su casa para terminar con la vergüenza que sentía por dentro, había cometido un acto de felonía  y  para nada.

En el camino de regreso hacia mi casa, recordé cada uno de los episodios que había vivido esa noche, buscando en algún lugar la falla en tan grave acción. Era de esperarse que no encontraría nada, así que lo único que pensé en voz alta fue: “Putamadre, porqué nadie tiene bandera”.

Y eso fue lo que ocurrió, acérrimos  lectores y  visitantes de las memorias de una rata. No me la chape, no me chapó, no paso nada de nada, solo un baile sensual producto del licor.

Eso sí, debo admitir que en ocasiones los solteros como yo, nos enfrentamos a cada situación de lo mas cómica y de lo mas sínica y absurda. Solo espero que en esta ocasión  mi amigo no lea esta memoria.

 

Edición y Fotografía: Dessiree Ramos Angeles (la estudiosa y estresada Dessita, que ahora me reprocha que porque ya no la llamo con cariño)


domingo, 1 de septiembre de 2013

PORQUE NADIE TIENE BANDERA

 



Este fin de semana he sido víctima de una cruel encrucijada emocional que me sirve de pretexto para escribir una nueva memoria. Salí con la ex novia de un amigo.

Durante la semana había iniciado una plática nada formal en el facebook chat con una chica a la cual conocí hace ya varios años, esta muchacha (digámosle “E”) era de mi facultad y si bien no cursaba el mismo ciclo que yo, si  la conocía por tener amigos en común.

Resulta que quedamos en encontrarnos el viernes por la noche para conversar, ponernos al día de nuestra vidas y degustar un trago mientras platicábamos sobre la existencia de fobias y manías que podía forjar un ser humano a lo largo de la vida. Nada fuera de lo anormal.

Particularmente ese día estaba más agotado de lo acostumbrado, había hecho mil cosas en la tarde y una de ellas era recoger -con no mucho entusiasmo - mis nuevos  y primerísimos lentes de aumento (que según el oculista debí usar hace ya varios años). Nunca pensé usar lentes, siempre me pareció que la idea de usar gafas era cosa de nerds, que el hecho de usar lentes ya era algo malo, pero como muchas cosas, debo admitir que es un mal necesario.

Esa tarde, con los lentes ya puestos, sentía que al caminar flotaba por la vereda, era algo de locos, nunca había usado lentes  y  por esa misma razón sentía que al andar, mis pies no pertenecían a mi cuerpo, es decir, caminaba como caballo de paso en día de la independencia.

Intoxicado por el alucinógeno visual que me causaba usar lo lentes, decidí descansar un rato antes de encontrarme con “E”. Una hora después, con 15 llamadas perdidas y 2 mensajes de texto, caí en cuenta que estaba retrasado una hora  y fácil “E” estaría molestísima, a punto de irse.

Aterricé en el bar donde quedé en encontrarme con “E”, esperaba encontrarla a un lado de la barra o en alguna mesa esperándome. Como no vi su silueta por ningún lado, opté por pegarle una llamada, fue en ese instante que vi a lo lejos la figura de una parroquiana que me mostraba su sonrisa más espontánea. Me acerqué a ella  y efectivamente era la popular “E”, la salude como es de costumbre y sentí que decía mi nombre con un tono en el que podía percibir una importante dosis de entusiasmo: “¡Alan, a los años! ¿Cómo has estado?”.

En realidad no me lo tome a mal, total – pensé – los reencuentros suelen venir acompañados de ese tipo de manifestaciones excesivas. La verdad imaginé que estaría furiosa, pero dado el buen recibimiento  y la dosis de entusiasmo con que se inició la conversación, sentí que todo marchaba bien, como mandan los cánones y principios de “la conversación y el confort”.

A “E” no la veía por lo menos 3 años. La última vez fue en una reunión, a la que llevó, precisamente, a su ex enamorado (mi amigo) y yo, a mi ex enamorada. Como se dice salimos en pareja rumbo a la casa de un pata. En aquella ocasión la relación de ellos estaba muy venida a menos, así que se notaba que en cualquier momento fenecería ese cruce sentimental.

Pero este episodio había ocurrido, como dije, hace ya 3 años. Ahora ya no estábamos en ninguna reunión, sino en un aglutinado bar de Lima Plaza Norte tomando unos cocteles de pisco  y actualizando nuestras historias. Y lo más importante, ya no estaba mi amigo (o ex amigo, como muchos pensamos), sino solamente los dos.

Confieso que “E” siempre me había llamado la atención. Es una chica muy divertida y normalmente coincidíamos cuando hablábamos de discos, libros y películas. Además tenía (tiene) una figura espectacular, no se me ocurre otra cosa, que decir que tiene más curvas que un anuncio de Hyundai.    

Mientras estaba de novia con mi amigo, yo nunca la vi con ojos inapropiados, le extendía ese cartel de “amiga” por ser la enamorada de mi brother (a estas alturas ya muchos saben lo que pienso de la amistad entre hombres y mujeres).

Esa noche, mientras canjeábamos ideas sobre el comportamiento humano, teorías de conspiración totalmente absurdas,  el poder del sexo y la relación de este con el derrocamiento de gobiernos, me sentí como pez en el agua. Eran temas muy particulares de los cuales me gusta conversar. Normalmente soy yo quien dirige el rumbo de la charla, pero ese día me percaté que nos encontrábamos a la par, fue por esa misma lógica que la conversación fluía con total naturalidad.

Estaba  ya por el cuarto chilcano de pisco cuando las urgencias prostáticas de mi vejiga anunciaban que tenía que usar el baño. Para conocimiento de muchos (o muy pocos) no soy de aguantar mucho el licor en la sangre, es decir, lo que se conoce en términos coloquiales como “pollo”, es por esa razón, que cuando salgo a tomar unos tragos, tengo que cuidarme de no tomar mucho para no quedarme dormido en cualquier lado.

Sentí mis manos entumecidas y la visión doble, eso era señal que el trago me había hecho efecto. Estaba viendo con ojos de lobo feroz a mi entretenida acompañante, por un momento pasó por mi cabeza el intento de estamparle un beso a mitad de la cara, pero mi sentido común aun discernía de mi lado salvaje y hormonal.

Pensé en huir del lugar antes que mi yo hormonal y sátiro se apoderara del todo de mis acciones y emociones, pero tras meditarlo por breves segundos, caí en cuenta que era una pésima idea.

Es increíble como sabemos que estamos al borde de un abismo, que estamos a punto de prender una mecha que desencadenará una serie de actos de los cuales seguramente nos arrepentiremos, pero que por algún motivo, decidimos dejarnos llevar por el vértigo de la situación, asumiendo los riesgos que pueda haber y las consecuencias que este pueda ocasionarnos.

“¿Me acompañas al baño?” me dijo de pronto “E”, cogiéndome del brazo para evitar trastabillar debido a los consecutivos cocteles de pisco y vodka que había ingerido. Cruzamos por la pista de baile y de inmediato ingrese al baño.

Alivié cándidamente mi vejiga  y posteriormente me eché agua en la cara para neutralizar los efectos del alcohol. Me miré al espejo con cara de confundido y al mismo estilo de Homero Simpson en un episodio de la casita del horror, comencé a interpelar a mis íntimos consejeros personales: el Alan Sátiro y el Alan monaguillo.

Estaba más confundido que la primera vez que vi una porno, no sabía qué decisión tomar, así que lancé la pregunta al aire: ¿Qué es lo que debo hacer con “E”?

- Mi lado angelical respondió sin pensarlo mucho: ¿Qué es lo que estás pensando huevas? vas a cagarla toda por un lengüetazo de diez segundos. Piensa en tu pata, tu chochera, o es que acaso ya no recuerdas las innumerables veces en las cuales tomaste unos tragos con él, hasta lloró en tu hombro, eso se llama lealtad ¿o es que acaso tú no la tienes? recuerda que la ex de un amigo tiene pene y no hay mas vuelta que dar. No quiero pensar que tu arrechura pueda más que tu sentido común, pero eso sí te digo, si lo haces ni lavándote 20 veces con jabón de Pepa vas a limpiar tú conciencia. Mejor llévala a su casa.

- De inmediato mi lado diablo, salto a reprocharme, dando batalla: Aguanta ahí tu coche cuñao ¿acaso tú estas intentando algo? las cosas están fluyendo con total normalidad, hay cosas que no se pueden evitar, como que una planta florezca, que el sol brille, que la tierra gire o que tú termines agarrando con “E”. Es el ciclo natural de la vida mi hermano, las personas no son propiedad de nadie, o es que acaso tu le has visto un cartelito que diga “soy la ex de tu amigo, así que no me mires” ¿no verdad? esas son tonteras, o acaso no recuerdas que él también se metió con la ex de su disque primo. Entonces de que lealtad me estás hablando. Una vez que las relaciones concluyen, las dos personas vuelven a ser completamente libres. Así que déjate de mariconadas y sal a batallar, en otras palabras, dale más trago   

Salí del baño más confundido que antes de entrar, efectivamente “E” me estaba esperando a un lado de la barra, justo al costado de la pista de baile. Traté de neutralizar todos mis impulsos animales, pero para mi mala suerte al DJ no se le ocurrió mejor manera que poner una salsa sensual, de esas que te provoca mover los pies.

La miré con temor, esperando que no reaccionara a tal bailetón, pero como siempre el destino cómplice con la ironía dispuesto a jugarme malas pasadas, se encargó de que “E” se quitara ese sobretodo que tenia encima,  exhibiendo descaradamente un figura que mis ojos recorrían de arriba abajo. Es decir, destruyó el invisible campo magnético que había creado a mi alrededor para no caer en la tentación.

Ella me sonrió, me cogió de la mano y comenzamos a bailar. Mi cuerpo se movía instintivamente, mi mano derecha cogía su cintura, mientras que con la izquierda trataba de llevar el ritmo que a esas alturas ya poco o mucho me importaba.

En ese momento, en unos de los tantos giros, su rostro quedó a dos milímetros del mío. Sentí unos irrefrenables deseos de apretarla contra mí y besarla. Pude sentir su aliento muy cerca, mientras que la veía cerrar los ojos y entreabrir los labios.

Prometo contar el desenlace en una siguiente memoria. Pero por ahora espero que me digan ¿Qué hubieran hecho en mi lugar? ¿Hubieras hecho Patria o nadie tiene bandera?


Edición y fotografía: Dessiree Ramos Angeles (editora del blog, delegada del aula 507 y la nueva  y flamante relacionista pública de la revista “oro negro”, al borde de no tener vida)